Poco antes de las cuatro y media de la tarde del 2 de mayo de 2013, Florentino pisó el acelerador de su coche (un Chrysler 300) en una recta y lo empotró a 164 kilómetros por hora contra la furgoneta Renault Kangoo en la que viajaban su hermano Anastasio y su cuñada, Pilar G. M-Q., que murieron en el acto.
Después de brutal impacto que causó dos víctimas mortales, «simuló» un estado de «inconsciencia». Pero su cuerpo le delató. Tenía tono muscular, párpados apretados ante un estímulo y no presentaba lesión alguna. Así que se le trasladó en una ambulancia a Urgencias del Hospital de Alcázar, en lugar del helicóptero que enviaron al lugar del accidente porque no hacía falta. Dos personas habían muerto y una tercera no tenía ni un rasguño.
Una vez en Urgencias, el médico que le atendió tampoco observó en la exploración lesiones. Tenía una frecuencia cardiaca normal, una tensión arterial también normal y no presentaba dificultad en la respiración. El médico sospechó que fingía, pero para curarse en salud pidió una prueba radiológica: un TAC craneal que resultó normal. Ya no era una impresión del médico, por la prueba clínica y radiológica, el paciente «simulaba inconsciencia», concluyó.
Por si fuera poco, el facultativo también puso en práctica otras técnicas más rudimentarias: «Le quité la sonda y le puse suero en cantidad. O mea o revienta, y enseguida dijo quiero orinar. Estaba bien y se le dio el alta», declaró ante el jurado que ha considerado este informe como elemento de convicción. Del mismo modo, se ha basado en el informe pericial de la Guardia Civil: ausencia de huellas de frenada y de maniobra evasiva para evitar el choque o minimizar las lesiones por parte del conductor que en su descargo alegó que fue un accidente imprudente y temerario al tratar de adelantar la furgoneta de su hermano.
El jurado ha declarado culpable de dos delitos de asesinato al fratricida de Criptana tras cuatro largas y tensas sesiones en un proceso judicial complejo, uno de los más espinosos y peliagudo que han tenido lugar en la Audiencia Provincial con un importante rifirrafe entre el magistrado presidente y la defensa. Tras el veredicto, las acusaciones pidieron la máxima condena: 20 años por el asesinato alevoso de su hermano y otros 20 por el de su cuñada. Aparte de la pena privativa de libertad, los abogados que ejercen la acusación particular han solicitado 1,2 millones de euros en concepto de responsabilidad civil, por el daño causado a los tres hijos de las víctimas, uno de ellos menor de edad cuando su tío asesinó a sus padres.
El veredicto no fue unánime. Siete miembros del jurado votaron que era culpable de asesinato y dos de un delito de homicidio doloso. El jurado ha emitido este dictamen en base a las pruebas periciales: informes del Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico de la Guardia Civil y conclusiones de los médicos del 112 y de Urgencias.
De este modo, juzga probado que Florentino M. M. «buscó el momento idóneo» para «causar el máximo daño»
Sin posibilidad de defensa. «Preparó la ocasión para matar, se aseguró el resultado y evitó cualquier posibilidad de defensa». Así lo aseguró el abogado Javier Fernández Ajenjo, que ejerce la acusación particular en representación de dos de los tres hijos de las víctimas.
El abogado José Macia, que defiende al encausado, mostró su disconformidad con el veredicto del jurado y, sin perjuicio de interponer un recurso contra el mismo, pidió la mínima pena por asesinato. Emitido el veredicto y solicitadas las condenas, el magistrado presidente del Tribunal del Jurado, Fulgencio Víctor Velázquez de Castro, disolvió el jurado tras reconocer y agradecer su labor.
A continuación entró en escena el abogado de la compañía aseguradora del vehículo empleado como arma en los asesinatos. En la causa ha hablado poco, pero ayer se desquitó. Las acusaciones piden 1,2 millones en concepto de responsabilidad civil. «Nosotros somos una aseguradora de accidentes de tráfico, pero parece que seamos coautores de dos asesinatos», subrayó el letrado tras aludir al vacío legal. A su juicio, debería pagarlo el culpable del delito, Florentino.
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