Desde ayer lunes y hasta mañana miércoles se celebran en el Auditorio Reina Sofía de Socuéllamos las Jornadas de Sensibilización sobre Fibromialgia, organizadas por la asociación Afibrovi, con el objetivo de dar visibilidad, comprensión y apoyo a las personas que conviven con esta enfermedad crónica e invisible.

Durante estos días, pacientes, profesionales sanitarios y especialistas están abordando el impacto que la fibromialgia tiene en la vida diaria. Una dolencia que afecta mayoritariamente a mujeres y que provoca dolor generalizado, fatiga extrema y sensibilidad a estímulos cotidianos, lo que en muchos casos obliga a abandonar la vida laboral y condiciona completamente el día a día.

Se ha destacado la importancia de actividades como el yoga y el pilates, que ayudan a mantener la movilidad y aliviar la rigidez, así como de la fisioterapia especializada y el apoyo psicológico, fundamentales para sobrellevar el sufrimiento tanto físico como emocional.

Uno de los aspectos más tratados ha sido el aislamiento y la incomprensión que sufren muchas pacientes. Frases como “lo que no se ve, no se cree” reflejan una realidad dura: todavía hoy muchas personas no comprenden esta enfermedad, lo que agrava el sufrimiento de quienes la padecen. Se ha recordado que hasta hace poco se tachaba de “la enfermedad de las vagas”, negando la existencia real del dolor.

Las ponentes también han puesto sobre la mesa cómo la fibromialgia afecta a las familias, provocando conflictos, incomprensión, separaciones e incluso malos tratos, cuando no se entiende el alcance de la enfermedad. Por ello, también se recomienda el acompañamiento psicológico para los entornos familiares.

Afibrovi ha subrayado el valor de la asociación como espacio de escucha, empatía y apoyo mutuo, donde las pacientes se sienten comprendidas por quienes viven la misma situación. Sin embargo, denuncian la escasez de recursos públicos: solo se destinan 10.000 euros para atender a más de 400 pacientes.

Las jornadas concluirán este miércoles, pero el mensaje que dejan es firme: la fibromialgia existe, duele y necesita ser reconocida, visibilizada y atendida con la dignidad que merece.