Se trata de familia muy reconocida y extensa de Socuéllamos: los Hojarasca y Pañeros. Hablamos de la familia Megías Montoya, particularmente de Pedro y María.
Esta familia es un claro ejemplo de los círculos migratorios que hubo en las primeras décadas del siglo XX, llegando a nuestro pueblo desde otros puntos de nuestra región gracias a la mejora de los transportes, en este caso, la oportunidad que ofrecía la conexión por ferrocarril además buscar una vida mejor gracias a una agricultura emergente en nuestra localidad.
Pedro Pascasio Megías López nació en Ocaña en 1887. De familia toledana, su madre Cruz López España nació en Ocaña en 1854 aunque sus padres, Miguel y María eran de Dos Barrios y de Puebla de Don Fadrique respectivamente, y de Tomás Megía Carabajal nacido también en Ocaña siendo sus abuelos Francisco Megía y Ángela Carabajal ambos de Ocaña.
Pedro Megías llegó primero a Villarrobledo y posteriormente a Socuéllamos junto a sus padres Tomás y Cruz y hermanos en torno a 1905, residiendo en la calle de la Arena, junto a Cruz, su madre y Tomás y posteriormente, tras el fallecimiento de su padre, con su tío Rosario, con quien su madre contrajo matrimonio. Posteriormente, Pedro tuvo que ir a vivir a la calle Alcázar debido a la enfermedad que padecía su suegro Joaquín, falleciendo este de cáncer lingual en 1915, pues tocaba echar una mano económicamente, debido a la escasez de recursos, residiendo ya allí hasta su muerte en 1964.
Pedro tuvo una vida complicada desde su juventud, trabajando en el campo pero en época de pocos recursos, tuvo que ganarse la vida buscando hojarasca en los montes y venderla y así hacerse con algunos ingresos para poder subsistir ganándose el apodo de Hojarasca.
Su mujer, María Montoya Ramos era natural de la Solanilla, una aldea de Alcaraz (Albacete). Nacida el 9 de septiembre de 1889, era hija de Joaquín Montoya Piñero nacido en Alcaraz en 1865 y de Manuela Ramos, también natural de Solanilla, donde falleció, migrando a Socuéllamos en torno a 1900.
María desde la infancia y sin poder aprender a leer ni escribir, tuvo que ganarse la vida y así poder ayudar a su familia. Se dedicó junto a la pañería, que no era otra cosa que vender paños casa por casa ganándose el apodo de Pañera.
La necesidad hizo que ambos se encontraran en la segunda década del siglo XX y ambos se casaron el 22 de marzo de 1916 en Socuéllamos con hijos, hecho poco común para la época. Del matrimonio destaca su extensa descendencia. Tuvieron nueve hijos, tal y como vemos en la fotografía, llamados María, Ignacio, Joaquina, Manuel, Tomás, Raimunda, Julián, Pedro y José.
Como curiosidad y según cuentan sus descendientes, cada uno conservó su apodo y lo transmitió a sus herederos dependiendo de la forma de ser de cada uno de ellos. María, era una mujer fuerte, firme y de mucho carácter. En cambio, Pedro era mucho más paciente y tranquilo. Por ello, según el carácter de cada descendiente si se asemeja a uno u otro, así será su apodo: Hojarasca o Pañero.
La fotografía está realizada en septiembre de 1933, posiblemente en vísperas de la fiesta de la Patrona, Nuestra Señora de Loreto.