Fotografía enviada por José Ángel Morales en la que están Juan Antonio Haro Bustos con su hijo Juan Antonio Haro López San Antón del año 93 con una yunta mulas.

Desde hace más de un siglo, cada 17 de enero se viene celebrando en Socuéllamos la bendición de los animales, fundamental para las labores agrícolas puesto que muchos de ellos eran el motor y la fuerza de trabajo para muchas familias. Hace mucho, existía una ermita en honor a este santo, situada en el pinar que hay carretera de Pedro Muñoz, justo enfrente del cementerio actual (todavía se puede observar algún sillar).

En el libro de Elías Alcolea «Tradiciones y Costumbres de Socuéllamos» viene una serie de costumbres que en ese día tenían lugar en Socuéllamos. Curiosa era el concurso de tirar una naranja por encima del campanario de la iglesia de la Asunción o también una carrera alrededor de la iglesia y del huerto del cura consistente en varias vueltas alrededor.

Más actual era el famoso «Gorrino de San Antón». Un Gorrino donado por algún devoto en agradecimiento de cualquier favor a San Antón se soltaba por la calle y era alimentado por todos los vecinos del pueblo, sin riesgo ni miedo a que fuera robado. Para diciembre era sorteado y el dinero de la rifa era para el culto a San Antón.

Las famosas Luminarias eran celebradas la noche anterior, la del 16 de enero, donde un grupo de vecinos y amigos se reunían en torno a una lumbre, comían y degustaban los famosos tostones de cañamones, jugaban y contaban viejas historias, como está precisamente, una vieja historia ya que todo ha cambiado y muchas de estas tradiciones han dejado de existir.

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