En las décadas de 1960 y 1970, muchas familias de Socuéllamos vivieron un fenómeno que marcó profundamente su historia social y económica: la emigración temporal al sur de Francia para participar en la vendimia. Este proceso, coincidiendo cada año con el inicio de la Feria de Albacete a principios de septiembre, se convirtió en una tradición forzada por las necesidades de la época.

Archivo privado de Ramona Parra

La organización de la partida

La vendimia francesa no era un viaje improvisado. Los socuellaminos partían con sus contratos cerrados antes de salir de España, gracias a la labor de capataces locales que se encargaban de formar cuadrillas de trabajadores. Estos capataces, también oriundos de Socuéllamos, desempeñaban un papel clave: no solo organizaban el trabajo, sino que también ofrecían a los trabajadores casas donde poder vendimiar, facilitando así la adaptación en el extranjero.

Una vida dura entre viñedos

Las jornadas de trabajo en los viñedos franceses eran largas y agotadoras, pero la recompensa económica valía el esfuerzo. Para muchas familias socuellaminas, los ingresos obtenidos en este periodo eran fundamentales para cubrir gastos básicos o realizar pequeñas inversiones, como mejorar sus viviendas o adquirir enseres necesarios. En una época marcada por las limitaciones laborales y económicas en España, estas temporadas de migración temporal representaban una válvula de escape para muchas familias trabajadoras.

El trabajo temporero: motor de la migración estacional

El trabajo temporero ha sido una parte esencial de la migración estacional española hacia Europa. Los socuellaminos, al igual que miles de trabajadores de otras regiones, contribuían al ciclo productivo de la agricultura europea, desempeñando tareas clave como la recolección de uva, un cultivo de gran relevancia en el sur de Francia.

Archivo privado de Ramona Parra

El impacto social y cultural

Más allá del esfuerzo físico, la experiencia de la vendimia dejó huella en nuestro pueblo. Era una oportunidad para conocer nuevas realidades, aunque también implicaba sacrificios personales. Los temporeros dejaban atrás a sus familias durante semanas, enfrentándose a las dificultades de un trabajo duro en un país extranjero.

A pesar de ello, la vendimia también trajo consigo historias de camaradería y superación. Los relatos de esos viajes y del día a día en los viñedos franceses forman parte de la memoria colectiva de Socuéllamos.

Un legado que perdura

Hoy, estas historias de emigración temporal y esfuerzo se recuerdan con respeto y admiración. Representan una etapa crucial en la vida de muchas familias y un testimonio del espíritu de lucha de los socuellaminos. Su legado perdura como ejemplo de cómo, incluso en las circunstancias más adversas, la voluntad de salir adelante puede marcar la diferencia.

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