El apagón masivo del pasado lunes 28 de abril afectó gravemente a hogares, servicios y pequeños negocios. Uno de ellos fue Barco, una tienda de congelados de toda la vida, ubicada en la Avenida del Ferrocarril. Miguel Romero, su propietario, relata con voz serena pero todavía conmovida las horas de incertidumbre que vivió al ver peligrar toda su mercancía.

¿Cómo fue el momento en que se fue la luz?
Estábamos trabajando con normalidad, con clientes en tienda. De pronto se fue la luz. Al principio pensamos que sería algo puntual, quizá nuestro. Pero pasaban los minutos, luego las horas, y nada. Una vecina nos comentó que en la radio decían que el apagón afectaba a España, Portugal y Francia. Ahí empezamos a preocuparnos de verdad.

¿Qué hiciste en ese momento?
Tuvimos que cerrar. Las básculas no funcionaban, y lo más importante era no abrir las cámaras para mantener el frío. Si eran dos o tres horas, no pasaba nada. Pero si se alargaba… podía ser un desastre. Por la tarde instalamos un generador y cubrimos todo con mantas térmicas. Un amigo distribuidor nos ayudó con mucho hielo. Intentamos salvar el producto como fuera.

¿Llegaste a pensar que perderías todo?
Sinceramente, sí. Había mucho nerviosismo. Yo soy de los que se preocupa de más, y eso me juega malas pasadas. Imaginé lo peor. La tensión fue constante.

¿Tenías seguro? ¿Confiabas en que cubriera una pérdida?
Tenemos seguro, claro. Pero, por experiencia, sé que al final quien pierde siempre es el mismo. Los seguros no suelen cubrir todo. Por eso intentamos proteger el género como fuera. Cabezuelo, uno de mis proveedores, me ofreció sus cámaras. Otros amigos me ofrecieron grupos electrógenos. Sentí que tenía una red de apoyo humana que no se olvida.

¿Qué papel jugó el comercio local en esos momentos?
Estamos muy individualizados. Pero sí sentí el apoyo de personas concretas. Amigos que vinieron, que me ofrecieron lo que tenían. Pipo de Idearte, por ejemplo, vino a mi casa preocupado, a decirme que podía usar su grupo electrógeno. Esas cosas no se olvidan.

¿Qué hiciste cuando volvió la luz?
No dormí. Apagué la radio de puro agotamiento. Dormí en el sofá, con las persianas levantadas para ver si volvía la luz. A eso de las cuatro de la mañana, vi que volvió. Salí corriendo a la tienda. Era un gran alivio.

¿Qué medidas piensas tomar a partir de ahora por si esto se repite?
Tener combustible listo para el generador. Poco más. No se puede hacer mucho. Solo estar preparados. Y no perder la calma.

¿Algún mensaje que quieras compartir con los vecinos de Socuéllamos?
Sí. Que recordemos que somos muy poca cosa ante la naturaleza, ante la energía. Pensamos que somos invencibles, que lo controlamos todo. Y en cualquier momento todo se desmorona. Hay que ser humildes, estar preparados y cuidar unos de otros. Porque cuando todo falla, lo que queda es la gente que te quiere.