Una reflexión sobre la implicación ciudadana que encabeza la plataforma Stop Plantas de Biometano

En plena efervescencia social por la instalación de plantas de biometano y tratamiento de residuos sanitarios en Socuéllamos, un detalle no pasa desapercibido: la mayoría de las personas que están liderando y sosteniendo esta movilización pertenecen a generaciones veteranas. Hombres y mujeres que ya han recorrido buena parte de su vida, pero que hoy siguen demostrando que la edad no es excusa para dejar de luchar por lo que se considera justo.

En los últimos días, la Plataforma Ciudadana Stop Planta de Biometano ha protagonizado reuniones, recogidas de firmas, intervenciones públicas y ruedas de prensa. Y en muchas de esas imágenes, en muchos de esos actos, destacan rostros con arrugas de experiencia y palabras llenas de convicción.

Lejos de resignarse al silencio o a la pasividad, estas personas, muchas de ellas jubiladas, están dando una verdadera lección de implicación vecinal. Ellos y ellas, que ya vivieron transformaciones históricas como la Transición o las primeras luchas por los derechos sociales en democracia, vuelven a dar un paso al frente. Esta vez, por la salud de su pueblo, por la defensa del medio ambiente y por el futuro de sus hijos y nietos.

Más que una protesta, una declaración de principios

No se trata de estar a favor o en contra de un proyecto industrial. Eso, como bien apuntan desde la propia plataforma, deberá evaluarse con informes técnicos y criterios legales. Lo que sí queda fuera de toda duda es el compromiso cívico de quienes han decidido no callar, de quienes recogen firmas, redactan recursos y exigen explicaciones con respeto pero con firmeza.

En una sociedad que tantas veces mira al futuro con preocupación, la escena de personas mayores apostando por el activismo vecinal, por la palabra compartida y el trabajo colectivo, resulta tan inspiradora como reveladora.

¿Y los jóvenes?

Es lógico preguntarse por el papel de las nuevas generaciones en este contexto. Y aunque no faltan jóvenes que apoyan o participan, lo cierto es que el peso y la constancia del movimiento lo están llevando aquellos que ya podrían haber optado por quedarse al margen. Sin embargo, no lo hacen. Porque, como ellos mismos afirman, esto no va de política, sino de dignidad, de salud y de coherencia.

Un mensaje claro

La plataforma ciudadana ha puesto sobre la mesa datos, estudios, alegaciones y preguntas sin responder. Pero ha puesto, sobre todo, algo que no aparece en los informes: el ejemplo. El ejemplo de que no hay edad para defender lo que uno cree. El ejemplo de que un pueblo no se construye solo con infraestructuras, sino con personas que se preocupan por su presente y su porvenir.

Y en Socuéllamos, son los mayores quienes, una vez más, nos recuerdan que la lucha por lo común no tiene fecha de caducidad. Solo necesita convicción. Y la suya, sin duda, es inquebrantable.