En la sección de fotografía histórica de Fotos Antiguas de Socuéllamos ha reaparecido una imagen que merece detenerse con calma. En ella vemos a Rafael Patiño y su primo Pepe cruzando el paso a nivel junto a la antigua fábrica de harinas. La instantánea, fechada en torno a 1950, nos traslada a un rincón urbano que hoy es irreconocible, salvo por la huella que aún sobrevive en los recuerdos de los mayores.

La fábrica de harinas, con su casa adosada, se alzaba junto a la vía. El paso a nivel era un punto de cruce cotidiano, tan normal entonces que pocas personas reparaban en él; ahora lo valoramos como parte del entramado histórico de Socuéllamos.
Con el tiempo, ese espacio fue transformado: hoy, en ese mismo lugar se encuentra un supermercado Mercadona. El cambio urbano lo ha borrado casi todo, salvo el recuerdo y esta fotografía que actúa como testigo.

Hacia 1950: una vida menos acelerada

En los años 50, cruzar ese paso era un acto cotidiano: vecinos de la zona pasaban caminando con cestas, con el pan recién hecho o camino del trabajo. El tren avanzaba lentamente, dejando en el aire ese característico pitido y un leve traqueteo que hacía girar las cabezas. Los edificios eran bajos, de muros sencillos, con ventanas que daban a la calle donde se escuchaba el rumor del paso de los vagones.
La casa adosada junto a la fábrica reflejaba una arquitectura funcional: no buscaba el adorno, sino servir al día a día, combinar vivienda y actividad productiva.

Las voces que emergen de los comentarios

La publicación de esta foto en redes ha movilizado a vecinos que quisieron aportar matices desde su memoria. Algunos de los comentarios recogidos:

  • “Esa casa la recuerdo bien, viví cerca.”
  • “Mi abuelo trabajó allí — contaba que veía pasar los vagones casi al amanecer.”

Estos testimonios, aunque escuetos, suman vida a la imagen: no es solo lo que vemos, sino lo que se siente, lo que se recuerda al verla.

Que una fotografía así resurja en redes no es trivial: nos obliga a confrontar nuestra historia visible (lo que aún existe) con la invisible (lo que está borrado). En un municipio como Socuéllamos, cuya memoria está entretejida con el ferrocarril y las industrias del vino, rescatar estos rincones ayuda a reconstruir un pasado.
La fábrica de harinas y el paso a nivel eran parte de una economía ligada al grano. Con su desaparición, no solo se transformó la infraestructura, también cambió el modo de vida del barrio, los trayectos cotidianos, las conversaciones en la calle.

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