La historia de Juan Manuel Fresneda Medina es la de una vida marcada por el sacrificio y el trabajo en los campos manchegos. Nacido en abril de 1922 en Socuéllamos, su vida estuvo desde el principio marcado por la dureza. Su madre, Hortensia Medina, falleció al mes de su nacimiento debido a complicaciones en el parto, un golpe devastador que cambiaría su destino.

Desde entonces, fue acogido por su tío Juan Manuel y su esposa Isabel, quienes lo criaron con esmero. Este hecho hizo que, siendo aún un niño, tuviera que separarse de su único hermano hasta entonces, Valentín, que contaba con cuatro años. Esta temprana pérdida no solo afectó su infancia, sino que también moldeó su carácter fuerte y su espíritu de lucha.

Desde muy joven, Juan Manuel se vio obligado a trabajar en el campo para ganarse la vida. Su aprendizaje en el mundo agrícola comenzó con apenas 15 años, cuando empezó a trabajar en la finca de Joselillo «El Jabonero» con una yunta de mulas. Recordaba los nombres de aquellos animales como si fueran compañeros inseparables: Mora y Cordobesa . Posteriormente, pasó a la finca de Eduardo Álvarez, donde ejerció de ayudador junto al mayoral Jesús Torremocha. Allí trabajó con dos pares de mulas, a las que bautizó con nombres tan internacionales como Española, Italiana, Alemana y Montañesa .

En aquellos tiempos, el campo era un lugar de resistencia, donde los gañanes soportaban heladas, nevadas, tormentas y un sinfín de inclemencias . Las quintarías eran largas, y no era raro quedar aislado en el campo durante días. La alimentación era escasa y la supervivencia dependía de la resistencia de cada trabajador. «Dios estuvo al lado de estos hombres», señala el libro Socuéllamos, sus últimos gañanes , del tristemente desaparecido José Lara Moreno , en el que se documenta la vida de Juan Manuel y de otros trabajadores del campo socuellamino.

Trabajó en distintas fincas y casas rurales de la región. Pasó tres años en la finca Lusitana , donde su yunta se llamaba Naranja y Salinas . También trabajó en la finca del Charcón, con el mayoral Rodrigo Carrasco y el compañero Vicente Madrid. Su destreza con los animales lo llevó incluso a domar mulas en la famosa Cueva de Montesinos , en Ossa de Montiel, donde se dice que dormía rodeada de pesebres y con un arroyo de agua dentro.

Con el tiempo, se trasladó a Socuéllamos, donde continuó trabajando con yuntas de mulas para Domingo Honrado «El Panadero», utilizando animales llamados Cortijera y Caprichosa . Después, pasaron siete años trabajando con Pedro Cobo, lo que demuestra su habilidad y la confianza que generaba en quienes lo empleaban.

Su jubilación fue dura , ya que, tras años de trabajo incansable, cayó enfermo y tuvo que utilizar una silla de ruedas. Pese a ello, se mantuvo firme hasta el final, recordado por su esfuerzo y entrega. Su legado fue reconocido por la Asociación Cultural de Socuéllamos, que le otorgó una placa conmemorativa en su honor.

La historia de Juan Manuel Fresneda Medina no es solo la de un gañán manchego, sino la de una generación que forjó el futuro del campo con sus propias manos . Su vida es un testimonio de la dureza del trabajo rural, pero también del orgullo de quienes, con sudor y sacrificio, construyeron el Socuéllamos de hoy.

BIBLIOGRAFÍA: Socuéllamos, sus últimos gañanes, José Lara Moreno. pp 147