El mercado de abastos de Socuéllamos, conocido cariñosamente como La Plaza, fue durante ocho décadas el corazón comercial de nuestra localidad. Desde su construcción en 1927 durante la alcaldía de Alfonso López, este espacio se convirtió en un símbolo de la economía y la vida cotidiana de Socuéllamos. Aquí se encontraban tiendas de confianza, de generaciones de familias que, a lo largo de los años, dieron lo mejor de sí mismas al servicio de sus vecinos. En homenaje a estos comerciantes y sus locales, recordamos algunos de los negocios que hicieron historia en este emblemático recinto.

Las Carnicerías
La carne fresca y de calidad era un pilar fundamental en el mercado. Entre las más recordadas está la carnicería de Tomás Alcolea, que durante años abasteció de productos cárnicos a las familias socuellaminas. También en esta categoría estaba Ángeles, la cataplá, con su puesto de charcutería, ubicado entre Eduardo, el pollero, y Alfredo, el de la casquería o Pedro «el Barato». Estas carnicerías no solo ofrecían productos frescos sino también una cercanía y amabilidad que solo se encuentran en el trato de pequeños comerciantes.
Las Pescaderías
El mercado contaba con varias pescaderías icónicas que garantizaban el pescado más fresco. Jesús el pescatero, Pascual, Perico Antón, y Paco Campos fueron algunos de los nombres que destacan en la memoria colectiva. Sus puestos de pescado eran un lugar obligado de visita, y sus dueños, conocidos por su trato cercano y por ofrecer siempre los mejores productos.

Las Fruterías
Las fruterías de Socuéllamos en el mercado de abastos también dejaron huella en el corazón de la comunidad. Rosita, Josefa, y Rosa la frutera fueron algunas de las dueñas de estos coloridos puestos llenos de frutas y verduras de temporada. Eduardo y su esposa también tuvieron su frutería, mientras que Consuelito, la hija del platanero, continuó la tradición familiar con productos frescos. Destacamos también a Saturnina y José Calero, cuyas hijas Pilar y Martina despachaban en la frutería familiar. La familia Cabezuelo también tuvo su frutería, gestionada por doña Carmen. Por otro lado, estaba Basilia, que se encargaba de mantener el mercado siempre limpio, asegurando que las fruterías y otros puestos lucieran impecables.
Otros Comerciantes Memorables
Melena y su madre también formaban parte de este mercado, ofreciendo productos variados. La Vitorina, otra frutera querida, atendía a sus clientes con una sonrisa y siempre con la mejor calidad. Estos comerciantes, junto a la Petra la tocinera, que trabajaba con productos derivados del cerdo, hicieron que el mercado fuera no solo un lugar para comprar, sino también un punto de encuentro y convivencia en Socuéllamos.

Un Centro de Vida y Convivencia
Más que un mercado, La Plaza era un centro social, un lugar donde vecinos se encontraban, compartían historias y se abastecían de los productos básicos para sus hogares. Con el paso del tiempo, especialmente a partir de los años 90, el mercado empezó a declinar, y en 2001, el edificio fue demolido para dar más amplitud a la Plaza de la Constitución. La decisión generó cierta controversia, pues el mercado de abastos era parte del alma de Socuéllamos.
Hoy rendimos homenaje a todos esos comerciantes, muchos de ellos ya no están entre nosotros, pero su legado perdura en la memoria de quienes los conocieron. A todos ellos, desde los Alcolea hasta Perico Antón, les agradecemos por su dedicación y por ser parte de la historia de nuestro pueblo.
