El Balneario de La Hijosa se encuentra en el paraje conocido por el mismo nombre. Situado en el límite meridional de la gran planicie manchega, hasta hace unos años se encontraba rodeado de abundantes arboledas -ahora tenemos amplias parcelas de viñas, contando con algo más de dos hectáreas.
La Hijosa se enclava dentro del término municipal de Socuéllamos a 3,8 kilómetros del núcleo urbano, y podemos localizarlo a la izquierda de la carretera que va desde Socuéllamos a Pedro Muñoz.

El paraje de La Hijosa tenía en su parte central un floreciente lago donde en sus orillas se asentaban los primeros hombres, es un yacimiento de la glaciación Wurm, hace nada menos que cuarenta mil años.
Los beneficios que sus aguas tenían, fueron descubiertos casualmente por un vecino del pueblo a principios del siglo XX que no pudiéndose trasladar al Balneario de Archena debido a las dificultades que le creaba su precaria situación económica para realizar este viaje, se le ocurrió emplear las aguas del manantial de La Hijosa en sustitución de las de Archena, y cuál no sería su asombro al observar que habían desaparecido las lesiones que su piel presentaba. La fama de aguas curativas fue en aumento haciendo que cada año se personaran más bañistas a la charca.

Este hecho por su notoriedad, llamó la atención de algunos de los médicos de la localidad que se dispusieron a efectuar estudios y experimentaciones con las citadas aguas a fin de dilucidar si realmente podían tener alguna utilidad práctica y medicinal. El éxito coronó esta serie de experiencias y cada día fue mayor el número de aplicaciones y los usos terapéuticos a que se dedicó el manantial.
Como era natural, esta serie sucesivas de curaciones contribuyeron a que la fama de las virtudes de las aguas traspasara las fronteras de Socuéllamos y se extendiese a otros municipios de la provincia de Ciudad Real y de las provincias limítrofes. Es entonces tras tantos beneficiarios y curaciones cuando comienzan a solicitar al propietario de la finca que normalice la situación del balneario para que su utilización se realice con la garantía oficial y los medios adecuados que regulen una buena aplicación y una prudente orientación científica.

Su propietario, Enrique Molina Flores comenzó la explotación de aquel lugar. En 1916, Enrique inició el proceso para la declaración de Utilidad Pública de sus aguas recibiendo la confirmación en 1918 gracias a una Real Orden tras un informe del prestigioso médico Ubaldo Castells Cantó. Su composición, ricas en sulfatadas mixtas, eran beneficiosas para curar reumatismos, afecciones de la piel, acnés, psoriasis y eczemas.
Para recoger el agua de un pozo ya que no eran veneros, Enrique Molina tuvo que hacer una zanja de cinco metros de profundidad que rellenó de piedra; de esta forma el agua resudaba a lo largo de los cien metros de longitud de la zanja, concentrándose en el pozo. De aquí el agua era llevada a unas calderas que la calentaban, pues su temperatura habitual era de 17 grados y de allí a los tres baños con los que comenzó en los inicios del balneario.
Breve semblanza de Enrique Molina Flores
Enrique Molina Flores nació en la ciudad albaceteña de El Bonillo en 1859 y su mujer era zaragozana, de ahí la capilla de la Virgen del Pilar, donde hasta hace pocos años se oficiaba misa. Llegó a Socuéllamos en torno al año 1885 donde fue un personaje dedicado a los negocios, dejando en Socuéllamos una amplia descendencia.
Francisco Javier Fresneda Parra. Graduado en Geografía e Historia con mención en Historia
FUENTES:
I Congreso Nacional de Ciudad Real (CSIC 2015)
Los núcleos de lascas en las industrias paleolíticas de la meseta española M. SANTONJA
Tesis Guadiana pp 119-134 M. SANTONJA
Archivo Histórico de Socuéllamos, libro de actas
BOP 151, pp 1-2
BOP 88, pp 2
FOTOGRAFÍAS:
Enrique Molina, Alberto Sáez.