El lunes 28 de abril de 2025 pasará a la historia como el día en que gran parte de la Península Ibérica se sumió en la oscuridad. A las 12:30 del mediodía, un apagón masivo dejó sin electricidad a millones de personas en España, Portugal, Andorra y el sur de Francia, interrumpiendo comunicaciones, paralizando la actividad cotidiana y recordando tiempos en los que el mundo no dependía de la tecnología.

En Socuéllamos, la jornada transcurrió entre la incertidumbre, el ingenio y la adaptación colectiva. El corte eléctrico obligó al cierre temporal de supermercados y comercios, y dejó fuera de servicio las redes móviles e internet, provocando una desconexión total que impactó a todos los sectores de la vida diaria.

Una ciudad paralizada y en búsqueda de lo esencial

Algunos establecimientos, como Mercadona, lograron continuar su actividad gracias al uso de generadores autónomos, permitiendo atender a los clientes durante la tarde. Sin embargo, las estanterías de agua se vaciaron rápidamente, reflejando la preocupación de la población. Las tiendas regentadas por ciudadanos chinos, vieron largas colas de vecinos que buscaban pilas, velas y artículos básicos para sobrellevar la noche.

Sin red, sin cobertura: incomunicados

La caída total de las redes móviles e internet dejó a los socuellaminos incomunicados durante horas. Las principales operadoras activaron protocolos de emergencia, pero la cobertura fue mínima. En medio del silencio digital, radios portátiles y transistores volvieron a ser herramientas indispensables para mantenerse informado, rescatando un medio olvidado pero fiable en tiempos de crisis.

Causas aún por esclarecer

Hasta el momento, las autoridades no han confirmado el origen exacto del apagón, aunque se manejan diversas hipótesis. El operador eléctrico nacional estimó inicialmente un restablecimiento en unas seis horas, pero la incertidumbre llevó a algunas regiones a prepararse para una interrupción que podría alargarse hasta una semana.

El regreso de la luz: una madrugada para recordar

Finalmente, a las 4:08 de la madrugada del martes 29, la electricidad regresó a Socuéllamos, marcando el cierre de una experiencia que, aunque desafiante, fortaleció la conciencia colectiva sobre nuestra vulnerabilidad tecnológica y la necesidad de recuperar ciertos hábitos esenciales.

Más allá del desconcierto, el apagón dejó una estampa única, ver nuestro pueblo completamente a oscuras. Lo que parecía una catástrofe se transformó en una oportunidad para reconectar con lo esencial, valorando lo cotidiano desde una nueva perspectiva.